La curva anterior es consecuencia de la siguiente, a su vez. Puede preciarse que no hay expectativa de encontrar yacimientos importantes desde inicios del presente siglo y la oferta disminuye, mientras que la demanda se incrementa.
La única alternativa para los países es la de “bastarse a sí mismos” energéticamente. En nuestro caso hay muchísimas posibilidades en ese sentido que no se están considerando bien. Un primer ejemplo es el actual referido al gas natural con el que se hizo un pésimo negocio de exportación. Lo mismo viene sucediendo con el uranio (aunque se diga que no tenemos medios para procesarlo puede ser considerado reserva energética). Pero de todas esas posibilidades, una de las más prácticas es, sin lugar a dudas, la de los biocombustibles, que , a más de proveer energía al sector automotriz , industrial y hasta doméstico, es una fuente de trabajo y recursos económicos para muchos sectores de nuestra sociedad, tanto a nivel urbano como rural.
Los países como el nuestro no necesitan de la “colaboración” del gran capital para dar sus primeros pasos hacia la industrialización e independencia económica. Veamos a continuación las ventajas que tiene el Perú para producir el biodiesel. Tenemos el caso de vegetales oriundos de nuestro propio territorio (como el Sacha Inchi, el Ungurahuí, etc.), en un estudio que llevó a cabo la Universidad Agraria. Estas son tablas de rendimientos obtenidas:
Puede observarse que nuestros vegetales amazónicos compiten ventajosamente con los “tradicionales” (léase soya, palma aceitera, etc.). Cuando la curva del petróleo mostrada arriba se encuentre abajo nuevamente, es de esperarse que los precios de éstos vegetales alcancen precios óptimos y podamos desarrollar la agricultura en la Amazonía asestando al mismo tiempo un golpe tremendo al cultivo de la coca para el narcotráfico, pero esto último dependerá solamente de la acción de un gobierno progresista y, más que nada, de la decisión de los pueblos. Mucho se ha dicho y escrito acerca de la escasez de tierras labrantías en nuestro país, pero también es cierto que esta limitación es superable utilizando la tecnología debida (El historiador Luís Alberto Sánchez hizo ya un esbozo de esto en su libro “Perú, retrato de un país adolescente”) sin necesidad de dañar nuestro ecosistema. Todo “gasto” en este sentido, tiene que ser y debe ser visto como “inversión a futuro” pues se trata de reducir las importaciones de insumos para biocombustible y de alimentos sin pagar los “caprichos” del “mercado internacional”, como es el caso del arroz, el azúcar, el trigo y el algodón en la costa.
¿Qué otras fuentes de biodiesel tenemos?, No olvidemos que ya la grasa animal es viable también. Esa grasa, que no es apta para el consumo humano y que proviene de las aves de corral, del ganado vacuno, especies marinas , etc. Ya se industrializan algunas, pero de manera bastante limitada. También, como ya dije en un artículo previo, la grasa humana también es aprovechable (y no me vengan con que me he vuelto partidario de los “pishtacos”), y que, como bien sabemos, es un problema para la salud cuando es excesiva.
La idea de “reaprovechar” los aceites usados, como sugiriera la Universidad Agraria es interesante para pequeña escala de producción pero no es original y también poco viable a gran escala. Surgió en Estados Unidos, donde los establecimientos de comida rápida y restaurantes formales existen en gran número en cada ciudad, y , obviamente, el consumo de aceite es bastante elevado. Aquí prima la informalidad en los negocios de comida y aún su número así como el volumen de aceite que consumen es insignificante . Otra cosa sería “reaprovechar” los desechos de industrias como las oleaginosas y las conserveras.
Respecto al proceso de transformación de insumos o industrialización , a gran escala, es necesario que el estado invierta en construir instalaciones óptimas (también es inversión a futuro para no depender energéticamente de nadie) abasteciendo la demanda de combustibles. y generando puestos de trabajo.
En pequeña escala se hace necesaria la organización y la asociación de establecimientos y vendedores ambulantes de comida, clubes de madres, comedores populares, etc. Capacitarlos, darles facilidades y hacerles ver la ventaja que tiene producir el biodiesel, como es la de brindarles ingresos adicionales. Ese también es papel del estado, porque siempre es inversión rentable el hacer mejores y dar más calidad de vida a sus ciudadanos.
Una de las cocinitas más populares de nuestro medio, el “primus”, que también funciona perfectamente con biodiesel. Quema 60-70 ml por hora, sin humos ni olores. Se acaba el gas, volvamos a estas cocinas.
La normatividad es también importante, hacer un producto de calidad de acuerdo a estándares y requerimientos técnicos en cada una de nuestras realidades climáticas y geográficas. Demás está decir que el estado quien debe asumir ese papel, pues las leyes y las normas vienen de él (y van hacia él).
Decir, de primera intención, que no podemos industrializarnos debido a nuestra escasez de medios es una afirmación ligera. La gran industria, aún en los países desarrollados, no ha surgido “grande” sino a partir de la pequeña y aún de la micro-empresa. Ya vemos que cualquier gasto y esfuerzo que haga el estado en bien de la sociedad tendrá sus frutos indudablemente. El estado es el verdadero motor del desarrollo de un país, gracias a él surge (y subsiste) la empresa privada, la historia lo demuestra una vez más.